viernes, 18 de junio de 2010

PERO ALGUNA VEZ HUBO UN ARQUITECTO ESTRELLA? / ANATXU ZALBABEASCOA


0001607










Va a ser cuestión de salir a pleno sol a buscarlos con una linterna. A los arquitectos estrella, me refiero. Si la historia de la arquitectura es también la historia de las palabras que se emplean para hablar de ella, en la reciente tendrían capítulo propio términos como “espectáculo”, “arquitecto estrella”, por supuesto, “emblemático”, “sostenible”… La lista es previsible y podría tener un apartado titulado “fiesta” y otro “fin de fiesta”. Después de años de colocar un ladrillo sobre otro sin reparar en gastos, otra vez se le ha quitado el polvo a la vieja pregunta de Josep Pla al llegar a Manhattan: “¿Esto quien lo paga?”
La crisis –ciega a la diferencia entre justos y pecadores- no sólo ha dejado bajo mínimos los visados de obra en los colegios de arquitectos de toda España y aparcado en Madrid la Ciudad de la Justicia o el Centro Internacional de Convenciones, también ha contribuido a acuñar –todos lo hemos usado alguna vez- el mantra de los tiempos: “la fiesta ha terminado”, traducción impersonal del enigmático “adiós a los arquitectos estrella”. Y es que ¿hubo alguna vez arquitectos estrella? Todo el mundo habla de ellos pero nadie dice nombres.


Muy pocos, ya hablamos de Chipperfield hace unos días a propósito de Shanghai, se han atrevido a apuntar la dificultad de hacer arquitectura espectacular. Lo normal es que escondan la mano incluso los que nunca tiraron una piedra. El caso es que en la clase (vip) de los galácticos sería imposible pasar lista. No resulta difícil imaginar las respuestas a una supuesta nómina de los más publicados y publicitados. ¿Gehry? “Cambio una ciudad entera. ¿Qué más se puede decir en defensa de un arquitecto? No es culpa suya que los alcaldes empezasen a plantar árboles sin pensar en el bosque” ¿Koolhaas? “Ha creado tanta escuela con sus libros y proyectos que es difícil creer que nos gusten las obras del demonio” ¿Eisenman? “No confundas extraño con estrella. Derrida no está al alcance de todo el mundo” ¿Foster? “No, por Dios, si es un humanista. Global sí, estrella no. Y Príncipe de Asturias” ¿Calatrava, también Príncipe de Asturias? “Todo el mundo sabe que juega en otra liga. Le preocupan más sus clientes que sus colegas” ¿Rogers? “¿Te olvidas de su defensa sostenible del sentido común para las ciudades en un pequeño planeta?” ¿Zaha Hadid? “Mmm… Pasó tal calvario para construir que llegó cuando el mal de las estrellas ya estaba hecho” ¿Herzog &de Meuron? “¡Nunca! Ellos son los más grandes y sus edificios, los menos caprichosos. Tienen obra como para que les hubieran dado ya un segundo Pritzker” ¿Miramos en la lista del Pritzker? “No lo dirás por Murcutt, Zumthor o Sanaa”.

Fin de fiesta, sí. Ahora que pintan bastos la situación recuerda a la frase que tanto le gusta a Rafael Sánchez Ferlosio, autor, por cierto, del que muchos consideran uno de los grandes libros de arquitectura de los últimos tiempos: El testimonio de Yarfoz, una novela. La frase es ésta: “Vinieron los sarracenos y los molieron a palos, que Dios ayuda a los buenos cuando son más que los malos”. Si usted sabe de algún arquitecto estrella, aquí tiene un lugar para escribir su nombre. Así sabremos de qué hablamos cuando hablamos de amor. Pueden ustedes, bien saben que pueden, firmar con seudónimo.



mas informacion:  http://blogs.elpais.com/del-tirador-a-la-ciudad/


Bookmark and Share

No hay comentarios: